sábado, 21 de junio de 2008

La senda del perdedor - Charles Bukowski

"Qué gran triunfo hubiera sido. Besar esos labios ceceantes, acariciar sus piernas abiertas mientras Hitler devoraba Europa y codiciaba Londres."


Bukowski narra su infancia, adolescencia y juventud a través de las desdichas de Henry Chinaski, su alter ego autobiográfico. Chinaski, a puñetazos con el mundo, repta por la mugrienta moqueta que hay detrás del falso sueño americano de los años treinta, más allá de los deportivos color crema de los niños bien, de las clases acomodadas y de la propaganda política. Las explosiones hormonales y el abuso prematuro del alcohol le llevan en carambola por un mundo cutre y casposo que retrata a base de sartenazos con la precisión de un francotirador.

"La estructura familiar. O cómo vencer a la adversidad a través de la familia. Él creía en eso. Coge la familia, mézclala con Dios y la Nación, añade diez horas de trabajo diario, y tienes todo lo que necesitas."

"Quizás pudiera vivir de mi ingenio. La jornada de ocho horas me parecía algo imposible, y sin embargo todo el mundo se sometía a ella. Y la guerra, todos hablaban de la guerra en Europa. No me interesaba la historia del mundo, sólo la mía. Vaya porquería. Tus padres controlaban los años de tu desarrollo jodiéndote todo el rato. Luego, cuando ya eras capaz de vivir por ti mismo, otros querían embutirte un uniforme para que te pudieran volar el culo.

El vino sabía fenomenal. Llené otra vez el vaso.

La guerra. Y yo todavía era virgen. ¿Puedes imaginarte volado en pedacitos en nombre de la historia sin haber siquiera conocido a una mujer? ¿O poseído un automóvil? ¿Qué es lo que protegería como soldado? A algún otro. Algún otro a quien yo le importaría un bledo. Morir en una guerra no evitaba que surgieran otras."

Además de maltratado por su padre hasta entrada la adolescencia, Chinaski estará durante años marcado, irritado y marginado por un terrible acné que le cubre todo el cuerpo y que condicionará su relación con los chicos y chicas de su edad, siendo estas últimas seres completamente fuera de su alcance y que despiertan en él un intenso sentimiento de rechazo:
"Las chicas tenían buen aspecto vistas a distancia, con el sol filtrándose entre sus ropas y cabellos. Pero cuando se acercaban y mostraban sus cerebros a través de la cháchara de sus bocas, te sentías con ganas de cavar una trinchera en una colina y esconderte con una ametralladora. Verdaderamente nunca sería capaz de ser feliz, casarme y tener hijos. Demonios, ni siquiera podía obtener trabajo como lavaplatos."
Sólo encontrará refugio en la bebida, la violencia de las peleas callejeras, la música y la literatura. En estas coordenadas, donde encontramos vómitos y manchas de vino en la alfombra, nace el germen que marcará la vida y obra de Bukowski.

La senda del perdedor es un libro ágil, rotundo y divertido que nos sacude el seso y la conciencia y que pese a hablarnos de una sociedad de hace setenta años se mantiene perfectamente fresco, hiriente y sincero. 

2 comentarios:

tipos infames dijo...

Ugh! que de la alfombra potada y escanciada de Bukowski puede nacer un germen no lo dudo... pero no el que tú crees! jajaja! Buen libro y buenas citas (y por supuesto...gran comentario) un abrazo de tus afines.

¿Para cuando una defensa de Reverte?

Serrano dijo...

Juanitorrrgh! ¡¡¡Tienes que poner RSS para que me pueda suscribir a tu Blog con el Google Reader!!!