lunes, 5 de abril de 2010

el mejor truco del mundo


El viernes pasado fui a Valladolid a visitar a mi primo Gori, el mago. Como siempre que voy a verle, celebramos, deambulamos por los barrios y la noche hizo con nosotros lo que quiso. De vuelta a su casa, hechos polvo, nos pusimos a hablar de magia y de magos. Al principio la conversación divagó por derroteros clásicos: Houdini, el escapismo, Copperfield, cómo hacer desaparecer la estatua de la libertad y demás. De repente me acordé de un truco que un viejo conocido de un tío mío nos había contado en Calpe, siendo Gori y yo muy pequeños. Aquel hombre nos contó que de pequeño, hacía mucho tiempo, había ido con su padre a ver a un mago en su pueblo.

Como al mago le precedía la fama y la notoriedad de su ilusionismo, la plaza del pueblo estaba a reventar y la gente se arremolinaba alrededor del escenario. El espectáculo comenzaba a las 5 y el público estaba ansioso por ver las maravillas que aquel mago iba a mostrarles en breves instantes. Cuando llegó la hora el mago no apareció. Al cabo de un rato la gente comenzaba a estar nerviosa, y ya se empezaban a escuchar los primeros silbidos. Pasaron veinte minutos, y media hora. Mucha gente se levantó de su asiento y se fue. La gente abucheaba indignada. Tras una larga espera, sobre el escenario, apareció un hombre. Todo el mundo empezó a increparle mientras él hacía esfuerzos por acallar al público. Pero qué se ha creído, le gritaban. Esto es un timo. ¡No hemos venido aquí a perder el tiempo de esta manera! Cuando el mago pudo devolver el silencio a la plaza, habló. No se por qué montan este alboroto. Justo ahora que son las cinco empieza mi actuación. Comprueben sus relojes. Atónitos, los allí presentes comprobaron en sus relojes (los que llevaban) que, efectivamente eran las cinco. Aún más alucinados quedaron cuando vieron que el reloj del ayuntamiento también marcaba las cinco. Y lo mejor de todo,
eran las cinco, no sólo en sus relojes, y en el reloj de la plaza, ¡sino que eran las cinco de verdad! A continuación, y sin hacer esperar más al público, el mago comenzaba su actuación, que incluía números más clásicos, como el de tragarse un hilo y varios alfileres y sacarlos después hilvanados en él. Años después Gori se acuerda perfectamente de todos los detalles de la historia.

Aquel relato del mago que cambiaba el tiempo (o al menos la percepción temporal del público) estuvo dando vueltas en la memoria de mi primo. Cuando, con el tiempo, se ha dedicado profesionalmente al oficio, ha tenido la oportunidad de comentar el tema con otros magos de su comunidad y en congresos importantes con ilusionistas de renombre. Incluso ha encontrado referencias al famoso truco del hombre que cambiaba el tiempo en manuales y libros de historia de la Magia. Todos los libros y todos los magos con los que ha hablado parecen estar de acuerdo en una cosa. El truco del hombre que hace esperar al público y al final comienza su número a la hora es una leyenda. Nadie lo ha visto nunca, porque nunca existió. Por que es un truco imposible.

En parte desilusionado, Gori nunca más volvió a mencionar el tema. Pasó el tiempo y la historia del mago que paraba el tiempo volvió a sumergirse en su memoria. Pero la historia le volvió a encontrar años después cuando hablaba con su abuela sobre magia, trucos e ilusionismo. Y sin haber mencionada nada, ella le contó que de pequeña había ido con sus padres al circo a ver la actuación de un mago. Resulta que la actuación empezó tarde y que la gente, recordaba al detalle, comenzó a patalear sobre el entablado que había debajo de los asientos del público en señal de protesta. Y al cabo de un buen rato el mago apareció en escena y tras apaciguar al respetable dijo que no sabía por qué protrestaban, que la actuación comenzaba a la hora programada. La abuela de Gori recuerda que llevaba el reloj que le habían regalado recientemente por su comunión y que cuando lo miró se dio cuenta de que la actuación empezaba puntualmente. A su hora.




1 comentario:

Serrano dijo...

¿Y por qué va a poder hacer desaparecer David Copperfield un Boeing y no se puede cambiar la hora de los relojes de la gente? ¿Cuál es más (o menos) cierta de las dos historias?

Y en otro orden de cosas, ¿qué opina Gori de "El Truco Final"?